Un lunar maligno no tiene forma definida; si se divide en dos partes, quedan distintas.
Un lunar benigno tiene un borde claro y definido, contrario a uno maligno.
La combinación de colores (café, negro, blanco o rojizo) es un signo de riesgo.
La mayoría de lunares benignos miden entre 2 y 3 milímetros.
Los lunares malignos suelen aparecer inesperadamente y crecen rápido.
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